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Panorama de Mohenyo-Daro (sitio de la Civilización del Indo en Pakistán)

La antigua lengua sánscrita (I)

De los orígenes a las grandes epopeyas

Publicado: 2014-08-29

La lengua sánscrita es —a la vez— una de las grandes maravillas y uno de los grandes misterios del mundo. Hablada desde tiempos remotos en la India, el sánscrito ha sido vehículo de muchas joyas verdaderas de la literatura y el pensamiento humano. Es uno de los retoños más tempranos de la gran familia Indo-Europea de lenguas, que es —en realidad— una familia de familias, que agrupa a la mayoría de lenguas de Europa y muchas de Asia. A ella que pertenecen también el latín y el castellano (junto con las demás lenguas romances); el inglés y el alemán (y las demás lenguas germánicas); el griego (que integra la familia helénica); el ruso (y las demás lenguas eslavas); el lituano (y las lenguas bálticas); entre otras. El sánscrito pertenece a la rama Aria de la familia indo-europea, una de las más orientales. Comprende, a su vez, dos grandes ramas: la familia irania (a la que pertenecen el persa y el pashto, entre otras); y la familia indo-aria (los arios de la India), que comprende al sánscrito y a las lenguas que descienden de él, que hoy son muchas (1)

Los sitios de La civilización del Indo 

Los orígenes del sánscrito se pierden en la noche de los tiempos. Las primeras manifestaciones culturales de la India se remontan a     7 000 a.C. en el sitio de Mehrgarh, en el actual Pakistán. De esos cimientos nació la avanzada Civilización del Indo, en torno a la cuenca de dicho río, que tuvo su apogeo alrededor de 2 600 a.C. Fue una civilización de grandes ciudades (Mohenyo-Daro, Ganeriwala, Harappa, Dholavira), con grandes avances en agricultura, comercio y arquitectura. Conocieron la escritura —la escritura del Indo—, aunque sus caracteres no han podido ser descifrados y hay una polémica sobre la lengua en que están escritos. Es un misterio cómo una lengua indo-europea como el sánscrito llegó a la India; los primeros estudiosos europeos produjeron la teoría de la “invasión de los arios”, según la cual este pueblo de habla indo-europea invadió la India alrededor de 1 500 a.C. y, tras destruir la Civilización del Indo, puso ahí los cimientos de la civilización posterior. La tesis, que no ha podido ser confirmada por la arqueología, es hoy objeto de un candente debate (2).

La historia conocida del sánscrito empieza con los Vedas, los textos más sagrados de la India. Su fecha de composición es incierta, aunque muchos la ubican desde inicios del segundo milenio a.C. Están redactados en una versión arcaica de sánscrito denominada védico. El primero y más importante es el Rig-Veda, el ‘Veda de los Himnos’: una colección de 1,028 himnos (divididos en 10 Mándalas) dedicados a los dioses védicos: Indra (el rey de los dioses, dios del cielo y el trueno); Váruna (el sostenedor del mundo, dios del mar); Agni (el fuego, el vehículo de los sacrificios —su nombre se relaciona con ignis, ‘fuego’ en latín); Rudra (el furioso dios de los ascetas y el éxtasis); entre otros. El Rig-Veda puso los cimientos de la religión védica, que en la forma del hinduismo existe hasta la actualidad (con más de mil millones de fieles, es la tercera religión más practicada, luego del cristianismo y el islam). El Rig-Veda fue luego complementado por otros tres Vedas: el Sama-Veda (el ‘Veda de los Cantos’); el Yáyur-Veda (el ‘Veda de las fórmulas sacrificiales’); y  —más tardíamente— el Atharva-Veda (el ‘Veda de los sacerdotes Athárvanes’). Complemento de los Vedas son las Upanishads, textos de carácter más especulativo que se consideran el punto de partida de la filosofía de la India; la divinidad de estos textos es un Dios impersonal: Brahman, el Espíritu Universal. El yoga, la disciplina india de la liberación, tuvo sus orígenes en esta época.

Manuscrito del Rig-Veda del siglo XVIII (escritura devanágari)

Tras los Vedas, una nueva etapa más bélica da lugar a las grandes epopeyas sánscritas (el Itihasa): el Mahabhárata y el Ramáyana. Su redacción se ha ubicado —siempre con gran imprecisión— a lo largo del primer milenio a.C. El Mahabhárata (el 'Gran Bhárata'), con sus más de 100 000 versos, es, probablemente, el poema más largo de la historia. A lo largo de sus 18 Parvas, narra la historia de la dinastía Bhárata, que gobernó el reino Kuru-Panchala en la India nor-central (la zona de la actual capital, Delhi). Según el propio texto, fue compuesto en varias etapas y por diversos autores, el primero de los cuales es el sabio Viasa, uno de sus protagonistas. El núcleo de su historia es la guerra fratricida entre dos facciones de los Bháratas (los arteros Káuravas y los justicieros Pándavas), con victoria de los últimos. (3) Sin embargo, puede también considerársela una gran enciclopedia de la cultura védica, ya que contiene abundante información histórica, religiosa, filosófica y moral. Una parte famosa del Mahabhárata es la Bhágavad-gita (la 'Canción del Señor'), que, en la forma de un diálogo elevado entre el héroe Áryuna Pándava y su guru, el dios Krishna, resume los principios del hinduismo: se la considera la última Upanishad

Los 16 reinos de la India épica (600 a.C.)

El Ramáyana (el 'Viaje de Rama'), por su parte, es mucho más breve (24 000 versos, divididos en 7 Kandas) y más tardío; se atribuye al sabio Valmiki. Cuenta la historia del héroe Rama, rey de Koshala, que, con la ayuda del general-mono Hánuman, tras una ardua guerra, logró recuperar a su esposa Sita, raptada por el demonio Rávana, rey de la isla sureña de Sri-Lanká. Un hecho notable en las epopeyas es el mudanza de los escenarios hacia el oriente y el sur de la India. Por ello, se piensa que narran —en forma poética— la conquista de nuevas regiones de la India por parte de los pueblos védicos. Asimismo, la religión cambia visiblemente y nuevos dioses aparecen para reemplazar a los viejos dioses védicos: Vishnu (el "conservador"; Krishna y Rama son avatares o encarnaciones suyas) y Shiva (el "destructor", evolución más amable del viejo Rudra) son quienes presiden el panteón hindú en las epopeyas.

Sin embargo, la cronología de los hechos narrados en los Vedas y las epopeyas es problemática y oscura. Ello ha creado el mito de que los indios no cultivaron la historia, lo cual no es exacto. El problema radica en la dificultad de concordar la literatura védica y épica con los descubrimientos de la lingüística y la arqueología modernas. Si alguna vez logra descifrarse la escritura del Indo, tal vez podamos penetrar en los secretos orígenes de la cultura védica, que hoy son materia de especulación y polémica. Volveremos sobre las etapas subsiguientes del sánscrito en un siguiente post.


Notas

(1) En sánscrito, arya significa “noble, civilizado”. Designa a las tres castas superiores de la sociedad (los brahmanes o sacerdotes, los kshátriyas o guerreros, y los vaishyas o productores); y excluye a los shudras o sirvientes, y a los chandalas, los bárbaros. El término solo existe entre las lenguas del grupo ario (también llamado indo-iranio), por lo que es inexacto usarlo para otros grupos indo-europeos. Los nazis no eran arios.

(2) Hoy en día, muchos estudiosos rechazan la teoría de la “invasión de los arios” basados en diferentes argumentos. En principio, se resalta que “ario” en sánscrito nunca fue un término racial —como implica la teoría de la     invasión—, sino solo un término social y religioso. Por otro lado, existen algunos registros en los Vedas que parecen correlacionarse con eventos muy antiguos. El más sugerente es la gran importancia del río Sarasvatí en el Rig-Veda, que luego se secó hasta convertirse en un desierto; el hecho se registra recién en los Bráhmanas, que son textos védicos tardíos. La arqueología y la geología han identificado la cuenca de este antiguo río (el Ghaggar-Hakra, hoy un río estacional), que se secó hacia 1 900 a.C. Dado que 2/3 de los sitios de la Civilización del Indo estaban ubicados en la cuenca de ese río extinto, se piensa que esta tragedia climática habría sido la causa de su fin, y no una invasión cuyas huellas arqueológicas nunca pudieron ser encontradas.

(3) El nombre de la India en las lenguas de la India es Bhárat, “el país de los Bháratas”; tal es la importancia de esa antigua dinastía. El nombre occidental proviene del río Sindhu, que los persas llamaron Hindu, y los griegos, Indo.


Escrito por

Pablo H. Carreño

Lingüista, escritor, traductor, reportero cultural


Publicado en

Epeolatría

Amor por las palabras: lingüística, historia, arte, política